martes, mayo 19, 2009

Tormenta en el desierto


La tormenta comienza. Cuando parecía haber terminado, viene nuevamente. Nada se distingue, pues los fuertes aires levantan la arena que descansaba en el desierto.

Desde aquella noche de luna, la última que se dejaría ver, surgen los ojos misteriosos, que observan todo. Ellos generaron la tormenta; invocando al dios de la oscuridad, que les concede deseos a cambio de favores.

Y en la cúspide de la confusión, aprovechan y salen de sus escondites. Muerden por doquier, quieren arracar pedazo a pedazo sin dejar salida hacia ninguna parte. Dejar inválido.

Son los demonios que esperaban con ansia el momento para atacar. Sin la protección de la luna, todo les será más fácil.

La tormenta está ahí. En ese mismo lugar donde alguna vez hubo vida y prosperidad... y todo cambió, en cuestión de segundos. A lo mejor nunca existió nada.

No hay salida. No hay para donde escapar. Sólo queda esperar a que la tormenta pase, y los demonios logren sus objetivos. Mientras tanto, hay que creer que todo lo que existió, sigue ahí.





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