Los vientos cambian, soplan hacia otras direcciones.
Y nosotros ahí, navegando y tratando de encontrar nuestro rumbo. Esos cambios nunca son fáciles, sobre todo si estamos acostumbrados a lo que tenemos, donde nos sentimos cómodos y hemos creado una instancia de lo que llamamos 'estabilidad' o más pretencioso, 'felicidad'.
Sin embargo, el mundo gira; la vida es un constante cambio y es necesario evolucionar; redescubrise.
Muchas veces para reconstruir, hay que destruir. Destruir en el buen sentido; romper paradigmas, deshacerse de cosas que ya no sirven, dejar ir lo que creíamos amar y de lo cual no queda más que un holograma de lo que alguna vez fué.
Es necesario hacer espacio a nuevas vivencias, experiencias; también es sano mantener lo que sí vale la pena. Luchar por eso. Siempre es importante mantener vivo lo importante. Eso que forma parte de la brújula que guía en nuestro camino a pesar de los cambios que el viento pueda dar.
Al fin de cuentas somo los capitanes de nuestro navío y tenemos el mando y la dirección.
Escogemos la tripulación que nos acompaña, y no queda más que redireccionar las velas y seguir en busca del horizonte.
Al final de cuentas, el Sol saldrá todos los días y nos guiará.